viernes, 12 de octubre de 2007

Una de vaqueros

El día de ayer, nuestra bella corresponsal Gina nos contaba sus aventuras (o más bien falta de) en el lejano pueblito de Patoburgo (pob. 30,000), que se encuentra en uno de esos estados de la Unión Americana que no están unidos más que por una carreterita de doble sentido.

La queja principal de Gina consistía en que según ella "no hay NADA que hacer" en el pintoresco pueblecillo.

Pero en Zero Cola creemos que quien es cosmopolita, puede triunfar en cualquier lado. Dicho de otra forma, el que es perico (o albañil) donde quiera es verde, así que aquí les sugerimos...

Cosas que puedes hacer en un pueblito gringo.

1. Averiguar cuál es el abrevadero público más cercano.
Desde la derogación de la Ley Seca, y especialmente en el llamado Deep South, la beberecua se ha convertido en una hermosa tradición que se transmite de generación en generación junto con la violencia familiar y la pobre salud dental. Aconsejamos salir en la nochecita del viernes y encontrar el origen de la beodez siguiendo en reversa los pasos de los que caminen más chueco.

2. Acudir debidamente armado.
Si algo aprendimos de Patrick Swayze en "El Duro" es que una cantina country puede convertirse en una orgía de destrucción en cosa de segundos. Las armas en los Estados Unidos son más abundantes que la salmonella en un puestos de tacos, así que no quieres ser el único pelao mudo a la hora que empiecen a tartamudear las fuscas.



3. Estar dispuesto a perder la dignidad.
Si creías que eso de bailar "No rompas más mi pobre corazón" es lo más ridículo que puede hacer alguien, te advertimos que cuando estás en este mundo (que es prácticamente el mundo Marlboro), no queda de otra que izquierda, derecha, atrás, adelante y media vuelta. El square dancing no sólo es popular, sino que el saber hacerlo da estatus y te ayuda a ligar en estos pueblos donde el pasito duranguense es desconocido.


4. No hacerle feos a nadie.
Lo más importante de la salida country es darse a conocer. No hay que olvidar lo que le pasó a Rosita Alvírez, la sensibilidad pueblerina siempre tiene que tratarse con musho tacto.




5. Olvidar lo que crees saber de los vaqueros.
A diferencia de Madonna, lo más posible es que los vaqueros que a ti te rodién (sí, siñor) jamás hayan estado en un salón de bronceado (pero sí muchas horas bajo el sol), que no se depilen el pecho, ni vayan al gimnasio ni tengan los dientes blanqueados... ni derechos... ni completos.



Siguiendo estos sencillos pasos, muy pronto contarás con muchos amigos o por lo menos con anécdotas que contar a tus amigos y EDITORES, que esperan con ansia tu próxima entrega.

Hiyo, Silver!

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