Pues sí... en este día de cruda en que todo pensamiento de la noche anterior no es sino un vago flashback, nos llenan la cabeza otras acciones reprobables que hemos hecho recientemente:
- Faltar al trabajo porque nos confundimos de día.
- Despertar cubiertos de un líquido no identificado.
- Cerrárnosle a la combi de monjitas.
pero lo peor, lo más vergonzoso que pudimos hacer en las semanas pasadas fue sin duda haber ido al estreno de Mamma Mia! La Película.
Un bodrio de película basado en un bodrio de musical cuya única razón de ser, así como la fuente de su desbordado éxito, es la música de Abba, ese cuarteto sueco que se paseaba por la nieve unas veces envuelto en pieles, otras en leotardos lentejuelosos.
Una banda pop cuyas armonías escandinavas, matemáticamente perfectas y baladas en un lenguaje increíblemente parecido al inglés (según A.O. Scott) eran también irremediablemente pegajosas, a pesar - y tal vez a causa- de la vapidez de sus letras.
Y es que es imposible no apreciar a Abba en algún nivel, aunque sea subconsciente. Al parecer el dominio sueco de la tecnología también se extiende a la musicohipnosis, pues desde su primera aparición en el desparpajoso (y desparpajero) circo de Eurovisión, Abba se convirtió en una fuerza irreprimible de la música pop.
Siempre agradeceremos que Benny, Björn, Agnetha y Anniefrid hayan utilizado sus poderes para el bien en lugar de conquistar la tierra y esclavizar a la humanidad, como bien hubieran podido a juzgar por los más de 500 millones de dólares que ha recaudado Mamma Mia en todo el mundo.
No dudamos que en cualquier momento otras sensaciones de Eurovisión quieran montarse en este éxito y sacar sus propios musicales. En unos cuantos años, Hollywood habrá terminado de canibalizarse a si mismo y buscará nuevamente inspiración eurovisionaria, así que prepárense para cosas como Dschinghis Khan: Das movie!
Un bodrio de película basado en un bodrio de musical cuya única razón de ser, así como la fuente de su desbordado éxito, es la música de Abba, ese cuarteto sueco que se paseaba por la nieve unas veces envuelto en pieles, otras en leotardos lentejuelosos.
Una banda pop cuyas armonías escandinavas, matemáticamente perfectas y baladas en un lenguaje increíblemente parecido al inglés (según A.O. Scott) eran también irremediablemente pegajosas, a pesar - y tal vez a causa- de la vapidez de sus letras.
Y es que es imposible no apreciar a Abba en algún nivel, aunque sea subconsciente. Al parecer el dominio sueco de la tecnología también se extiende a la musicohipnosis, pues desde su primera aparición en el desparpajoso (y desparpajero) circo de Eurovisión, Abba se convirtió en una fuerza irreprimible de la música pop.
Siempre agradeceremos que Benny, Björn, Agnetha y Anniefrid hayan utilizado sus poderes para el bien en lugar de conquistar la tierra y esclavizar a la humanidad, como bien hubieran podido a juzgar por los más de 500 millones de dólares que ha recaudado Mamma Mia en todo el mundo.
No dudamos que en cualquier momento otras sensaciones de Eurovisión quieran montarse en este éxito y sacar sus propios musicales. En unos cuantos años, Hollywood habrá terminado de canibalizarse a si mismo y buscará nuevamente inspiración eurovisionaria, así que prepárense para cosas como Dschinghis Khan: Das movie!