Madres.
Sí, un mar entero de personal de ambos sexos vestidos de monjas. Nuestro primer instinto fue el de huir despavoridos de esta religiosa multitud, no fuera que nos quisieran convertir (no sabemos en qué) o, perdonen la expresión, madrearnos.
Sin embargo, nos armamos un poco de valor y en vez de correr, decidimos simplemente seguir la corriente. Y la más corriente que encontramos fue una monja bastante vulgar que hasta fumando iba. Resulta que el convoy conventual se dirigía al legendario Hollywood Bowl. Sede de por lo menos la mitad de los conciertos de la Filarmónica de Los Angeles y de cualquier cantidad de artistas de todos los géneros, orígenes y gustos. Para los amantes del Jazz, Jamie Cullum estará ahí a finales de Julio, también en ese mes Café Tacuba, Queen Latifah, en fin, un lugar donde llueven estrellas como si fuera aquello Corregidora en Mayo. Pero no esta noche. Hoy, como todos los años, el Bowl se viste de gala y el público de monjas porque es la proyección de La Novicia Rebelde. Afortunadamente por una coincidencia cósmica, el logotipo del Hollywood Bowl es idéntico al de nuestro pase de prensa de la Feria del Pueblito 2006 con eso y 20 dólares al prepúber que escanea los boletos, nos colamos al magno evento.
Si creen que eso de desafiar el tráfico angelino para ir a un foro al aire libre donde proyectan una película jurásica que pasan gratis en Canal Siete cuando se acerca la navidad es absurdo, créanme que no saben de lo que se pierden.
Y de plano se lo perderían porque desde hace una semana las localidades están agotadas, como orgullosamente anuncian las marquesinas a la entrada. La primera impresión es ver el sitio a reventar, cosa que esperamos que Café Tacuba logre con la cantidad de Chilanga Banda que hay en esta ciudad. Lo primero es arribar al foro y ver cómo el escenario con forma de tazón y estilo Art Déco aloja la pantalla de cine más grande que hayamos visto (Lo sentimos, Organización Ramírez).
Ya adentro, lo que originalmente parecía el convento de Nuestra Señora del Perpetuo Travesti se convirtió en una especie de Oktoberfest, principalmente por la cantidad de cerveza que corría por todos lados. Lo mejor es que, a diferencia de este festival, el vestuario lederhosen no está limitado a germanos de ojos azules y complexión barbárica. Es común ver grupos enteros de koreanos utilizando la vestimenta alpina y hasta cantando tirolés.
Nuestra primera preocupación fue la de contrabandear algo de comida, porque la peli dura como 3 horas, así que nos dimos una escapada a Trader Joe’s para comprar queso, pan y vino suficiente. Menos mal que un alma caritativa nos vio en el baño tratando de esconder las botellas en nuestra persona (y más allá) y nos dijo que en el Hollywwod Bowl, TODO el mundo lleva comida y bebida, así que nos volvimos a vestir y tras una breve inspección, nos permitieron meter todo nuestro contrabando al foro.
Una probada de lo que fue la noche y perdonen la calidad.
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